ENTRE DISTURBIOS E IDEAS: la lucha por una sociedad más justa.
“No estoy de acuerdo con lo que dices, pero daría mi vida por defender tu derecho a decirlo”
Manifestaciones del 8 de marzo de 2020 |
En
una época donde las redes sociales le han dado a las personas la libertad de
manifestarse en contra o a favor de cierta postura o acontecimiento, vendría a
bien considerar lo que en realidad implica la libertad de expresión y el uso de
está como medio a la búsqueda de soluciones. Es común encontrar ideologías
encontradas en las redes sociales y la poca apertura que existe para entender
la perspectiva de nuestro interlocutor. Lo que nos lleva a caer en el vicio de
la doble moral producto de una ideología de papel.
El
derecho a manifestarse es innegable para cualquier ciudadano del mundo. Es
visible que ciertas formas de manifestación agraden algunos y a otros disguste,
esto va a depender de las circunstancias.
Antes
del inicio de la contingencia por la actual pandemia (la cuál no mencionaré
nombre porque, para bien o para mal, ya está incrustado en lo más profundo de
nuestro inconsciente) las manifestaciones de los grupos de feministas habían
estado un poco intensas, por así decirlo, y muchos sectores de la sociedad
estuvieron haciendo uso las redes sociales para descalificar y quitarle el
mérito y sentido de propósito a la lucha encabezada por las mujeres.
Regresando
al contexto nacional, el fin de semana se llevaron a cabo movilizaciones de
muchas ciudades del país por parte de ciudadanos inconformes en la actual administración
del presidente Andrés Manuel López Obrador, a través del Frente Nacional AntiAMLO
(FRENAAA) bajo la consigna: “Fuera AMLO”, “México no te quiere AMLO”, AMLO vete
ya”, entre otras similares. En este contexto, también hubo pronunciamientos a
favor del movimiento y muchos otros en contra.
En
estos tres casos ha habido puntos de vista encontrados, donde lo que destaca es
el desprecio hacia cualquier pronunciamiento que no esté a favor de la idea que
se esté expresando, ataques entre simpatizantes y una discusión sin propósito.
Es
cierto, que los ataques, el acoso y la violencia contra las mujeres debe frenar,
y muchos estamos de acuerdo con eso, vivimos en una sociedad misógina, donde el
grueso de la población aun considera que las mujeres deben permanecer en casa y
ser vista como la sombra del sexo masculino, pero el machismo no es algo que
solo afecte a las mujeres, los hombres, principalmente en la etapa de la niñez
y la adolescencia sufren de esta forma de pensar y no se trata de si los
hombres son los malos y las mujeres las víctimas, porque en esta sociedad hay
de todo, porque hay mujeres que luchan por los derechos de ellas mismas, pero
por otro lado hay mujeres atacando y discriminando a Yalitza Aparicio cada que
tienen oportunidad.
A
lo que me lleva al siguiente punto, en México hay mucha indignación sobre los
actos de discriminación que sufre la población afrodescendiente en Estados Unidos,
pero discrimina a su propia población indígena.
Y
finalmente, en el caso de las protestas contra el presidente, es legitimo
hacerlo, la constitución lo expone en el articulo 6 de la Constitución de los
Estados Unidos Mexicanos, lo contradictorio es el fondo, los detractores de
dicho movimiento expresan: ¿Por qué no protestaron cuando Calderón inicio la
guerra contra el narcotráfico? ¿Por qué se quedaron callados cuando el sector
salud en el mandato de Javier Duarte daba quimioterapias falsas a niños con cáncer?
¿Por qué reclamas: “nos estas matando de hambre, AMLO” mientras vas en un auto?
Que hay que aclarar, sea de lujo o no, la mayoría de la población no tiene
acceso a un automóvil, y se puede decir que “tienen automóvil porque trabajan”;
pero un trabajador que percibe un promedio de $4,000.00 mensuales no tiene acceso
a ello. Por otro lado, la actual administración ha dejado mucho que desear, y
hay muchas cosas sobre las que cuestionar al mandatario.
En
resumen, el derecho a protesta es una garantía individual y colectiva que debe
respetarse, y la confrontación de ideas debe ser como fin único la mejora de la
sociedad donde la gran mayoría (aunque utópicamente, deben ser todos) salgamos
ganando. Las manifestaciones deben de ir acompañadas de un propósito en común y
de exigencias claras y, si se puede, sin violencia y disturbios.
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